miércoles, 4 de enero de 2017

Memoria y espejo

El espejo (1975)
Leí una invitación que me hicieron por Facebook para reunirse los antiguos alumnos del instituto. Leí la invitación, pero con un mes de retraso. ¿Con un mes? Creo que son más de veinte años de retraso... La persona que hizo la invitación tuvo a bien mandar un enlace con fotos, de ahora y de antes, de esas que funcionan como sacacorchos del recuerdo. Pero o bien el champán de mi sesera ha perdido todo el gas, o me temo que mi paso por la vida es como la de una mecha encendida, que al pasar quema el camino y apenas deja rastro.

No sé si será significativo, pero la película con la que menos he podido conectar con Tarkovski es precisamente El espejo. Creo que todo estriba en la imposibilidad de conectar mi propia vida a mis recuerdos, aunque la pretensión de Tarkovski no era hacer una biografía, más bien amontonar recuerdos con carácter universal. De hecho, como afirma Misharin -coguionista de Zerkalo-, la mitad de esos recuerdos ni siquiera son atribuibles al realizador ruso.

No guardo el pasado, desde luego, y mis recuerdos mezclan elementos ficticios arraigados a trazas de realismo que difícilmente conforman una memoria al uso. La memoria debería seguir el discurso, aunque inconexo, de una vida. Mi sensación es la contraria. Vivo como si no tuviera memoria, por eso me resulta tan difícil conectar con ese lenguaje universal del recuerdo que algunos afirman que existe.



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